La casa, con 289 m2 construidos y 86 m2 de terraza, está situada en el casco antiguo de Palma. Las reformas hechas por diferentes inquilinos habían dejado una sucesión de habitaciones de tamaño desproporcionado, algunas interiores y oscuras, y con las áreas de servicio poco adecuadas para las necesidades de los residentes actuales.

Para resolver de forma lógica las circulaciones y la iluminación de las piezas se crea un recorrido central donde una pared aplacada con madera lacada en blanco y apoyada por una línea de leds en el suelo, se convierte en el volumen de conexión entre la zona de día y la de noche.

Cada habitación se ha realizado según las voluntades de los promotores, quienes querían que la vivienda fuese un espacio para la convivencia, pero que cada pieza tuviera su autonomía. En la noche esto se ve en las habitaciones de los niños, donde una tarima colgada sirve tanto como escritorio como para soporte de la cama, mientras que una caja de cristal contiene la pieza de baño y vestidor. El área de día pasa a ser un espacio abierto buscando la alta luminosidad y la prolongación del exterior a través de las superficies vidriadas.

Se ha utilizado Resina de epoxi blanca en todo el pavimento, en los rodapiés y en todas las encimeras de baños y cocina. Al mismo tiempo también son blancas las pinturas de las paredes y los lacados de puertas y aplacados. Esta uniformidad con el blanco busca la máxima luminosidad dejando el contraste a la variabilidad del mobiliario.

El resultado final son espacios amplios y luminosos, que fluyen unos hacia los otros, acotados por las diferentes alturas del falso techo y el juego de los diversos planos de cristal con las diferentes soluciones de iluminación.